domingo, 17 de junio de 2012

Hoy Domingo, Hoy

Hoy domingo a la noche me puse a mirar la computadora, leer un poco el diario. En seguida me di cuenta de que no tenía ganas de enterarme sobre los resultados de las elecciones en Grecia, ni de los resultados de los clásicos del domingo. Entonces una luz vino a mí, el recuerdo de un amigo recomendándome un cuento de Roberto Arlt "El escritor frustrado". Con gran conocimiento de mi susceptibilidad frente a las crudas visiones de dicho autor y el espacio tiempo en el que me encontraba (domingo a la noche) igualmente decidí enfrentarme a ese reto literario. Debo decir, que me habían avisado que iba a ser fuerte, hasta cito "me sentí un poco representado" me dijo y yo sabía muy bien por dónde iba el comentario. 


Fueron recorriendo mis ojos palabra por palabra, procesando cada una de ellas, cada una de esas frases, con el frío de un domingo de invierno, el silencio en mi cuarto, adornado por la estufa que emite un pequeño silbido suave, casi imperceptible y me ganó. Me ganó la depresión, el odio a este día, a la clase de la facultad que tengo que ir mañana, me ganó, fui vencido por el escepticismo y el desgano. Ahora con las pocas fuerzas que me quedan intento descargar esto y así poder irme a dormir más tranquilo y empezar el lunes como se debe, dormido pero tranquilo. Menos mal que el miércoles es feriado y mañana no tengo que trabajar y ya no me siento tan mal.


También recomiendo leer ese cuento, pero con cuidado, que no sea domingo porque es un riesgo que quedará en vuestro libre albedrío.

martes, 12 de junio de 2012

con un poco de frío, una de cemento y otra de cal

Como siempre, arranco a escribir para esquivar hacer otras cosas, como estudiar, pero bueno, queridos lectores (leerá alguien esto?) no importan mis actividades en este momento, simplemente mis opiniones (?)
Estuve boludeando un poco en el facebook como acostumbro y acumulé algunas cosas que decidí salir a denunciar. Simplemente algunas cosas que me sacan un poco de quicio. 


1. La gente que le saca fotos a la comida y pone frases como "alta comida" y alguna descripción de su gran proeza culinaria
2. Los todavía vigentes post's de "Facebook donará 5 centavos por cada persona que comparta esto", claro porque ahora Mark Zuckerberg es nuestro amigo
3. La gente que para decirle a otra que la pasó muy bien lo escribe en su propio muro y etiqueta a quien le desea escribir. ¡Loco, pegale un llamado o un mandale un mensaje de texto, no me importa cuánto tequila tomaron o cuánto bailaron en Mandarin!
4. Las fotos de chicos con síndrome de down con el epígrafe de "animate a compartirlo en tu muro, si te animás" por lo general son los mismos que te insultan diciéndote mogólico y finalmente postean "porque mogólico ya no sea más un insulto"
5. La gente que lee este blog


Ahora voy a intentar estudiar algo y seguir.


Un saludo





Alfred siempre supo callar a estos pelotudos

martes, 29 de mayo de 2012

Non stop

Hoy no me para nadie (no nos van a parar decía una campaña del PRO, no) pero bueno, en mi caso es un impulso de buen humor y no un grupo de militantes pagos bancándome porque me procesaron, lamentablemente, soy muy pobre como para tener eso. 
No desvariemos, a esto no veníamos, ni tampoco vamos. Sigamos.


Tenía una idea para escribir, era genial, me fui a preparar un café y dispuesto a escribirla se fue, en algún momento de distracción y de repente, PUM. Qué pasó? Me acordé de las quejas del post de ayer, así que continuaré con mis máximas:


- Dejar a tu novia porque escucha Arjona sería un error, empezaste a salir con ella a sabiendas de eso, probablemente no seas un mejor tipo.


- Para mis amigas mujeres, si tu novio o pretendiente te dedica una canción del nombrado "artista", quiero que sepas, no te está diciendo que te quiere, te está denigrando, insultando e invitándote a vivir una vida juntos en la cual vos vas a cocinar, lavar y él te va a cantar cuando estés indispuesta.


- Razón para ponerte de novio: el padre te invita con whisky importado


- Razón para terminar una relación: el hermano de tu novia hace kung fú


- Razón para matar a un amigo: se quiere levantar a tu hermana (o ya se la levantó)




Seguiremos con más, pronto

lunes, 28 de mayo de 2012

Vueltas y novias


Hoy volvemos, porque sí, sin razones que respondan a nuestras grandes e intelectuales preguntas existenciales, pero sí con algunas máximas de vuestro querido bloggero:


Razones para tener una relación:
-         Entiende que si se mete con Uma Thurman va a terminar mal
-         No te roba la frazada
-         Tiene una plantita y te convida



Razones para dejar a una novia:
-         No le gusta Volver al Futuro
-         Vota al PRO
-         Escucha Arjona


Seguiremos con más, pronto. Hasta capaz cumplo y posteo en pocos días de vuelta

viernes, 9 de marzo de 2012

Viernes y lluvia

Era viernes a la noche, llovía y no iba a salir. Cerveza fría, una botella, un vaso y yo, con algo de música. Entonces estaba escuchando T Rex y pensé en Billy Elliot y me acordé de vos. Pensaba, si ya estamos jodidos, qué más da, salgamos a vivir. Siento electricidad en mi cuerpo cuando bailo y hoy me falta algo porque no estás acá.
La pesadez del alcohol y la humedad me llevan a un estado de sopor importante, lo suficiente como para preguntarme qué hago frente al monitor todavía, pero sin obtener una respuesta o verdaderas ganas de irme a la cama.
Muerdo mi labio y siento cómo mi brazo derecho reclama tu presencia, tu cuerpo para rodearlo y acercarlo con algo de fuerza, sin llegar a lastimarte, pero demostrándote que no sólo quiero que estés acá, sino que no quiero que te vayas.
Ahora ya escribí cómo me sentía, ahora ya dije todo lo que tenía por decir por el día de hoy. Ahora puedo descansar.

lunes, 5 de marzo de 2012

Entre rutinas y café

Entonces me serví un café y le puse un poco de leche. Cortado, eso de la acidez me mata. El aroma de los granos pasados por agua en su punto de ebullición, ahora lavado, siendo simples restos en la cafetera, me acompaña mientras lavo los restos del desayuno.
Cada vez que me levanto últimamente me pregunto qué voy a hacer de mi día, cada mañana es una nueva aventura. Esto de estar desempleado hace que no tenga una obligación diaria, e igualmente, como animal urbano que soy, yo creo una rutina. Mirar película de 10 a 12, a continuación, preparar el almuerzo, liviano si es posible, sino da sueño. Que sea original, que no sean restos de anoche, y si son, que tengan un nuevo sabor. Termino de comer, lavo los platos y me cepillo los dientes, entonces empezamos de nuevo. Café y una nueva película y ahora viene la ruptura, y me pregunto, por qué no hago algo un poco más productivo, que incluya una actitud activa de mi parte.

Entonces ahora subo un post al blog.

martes, 28 de febrero de 2012

y si nos ponemos a escribir un poco...

Y si abro un archivo de Word, ¿y si esta interfaz gráfica me permite empezar? Dejo de lado todo eso que aprendí, ¡mentira! Tomo todo eso que aprendí, lo aprehendo y hago que forme parte de mi escritura, entonces, de algo me estoy olvidando, algo tengo que olvidar, dejar de lado, poner a un costado en mi mente, centrarme y ver más allá, más allá de esta pantalla.

Respiro y escribo, repito, no es una cualidad artística, son mis pensamientos que no frenan y vuelven, no como un deja vu, ¿o sí? Ya visto, ya vivido, ¿ya lo viví? Pienso, reflexiono, entonces ya no es un deja vu, es una simple repetición. Podría escribir un cuento, pero no sería un relato, o sí, pero insoportable y sin sentido, ¿o no?

Podría empezar pero mis dedos son pesados y mis ideas se vuelan rápidamente. Podría empezar o quejarme eternamente y hacerme grande por eso, ser famoso por quejarme con estilo, quejarme y que la gente se sienta representada, pero también agradezca por no estar en mi lugar y así entonces, muchos otros van a querer estar en mi lugar, porque sus miserias van a ser simplemente miserias y van a envidiar mis problemas, hasta tal vez cuestionen a sus padres, y les pregunten por qué no los dejaron con tantos problemitas, o por qué les dejaron esos que no servían para quejarse con estilo, y no se dieron cuenta, que al final, no había estilo, había simplemente una persona, atrás de un monitor, quejándose y con el ego suficientemente inflado como para decir que esto es ARTE.

Mejor, empecemos.


Era sábado a la noche, no salí, no tenía ganas, tampoco mucha plata o siquiera con quien. Como de costumbre, estaba frente al monitor, compartiendo inocuas conversaciones a través de los medios digitales y tomando algún whisky barato que apenas podía costear por esos días. Ojala hubiera sido un bohemio, un beatnik que estaba eligiendo vivir en contra del sistema, o al costado del mismo, con mis propias reglas y una economía de subsistencia, pero no, era un simple adolescente, estudiante universitario que no tenía ganas de trabajar y que creía que había alguna forma de evadir los tormentos de las rutinas laborales y aún así mantener una vida social activa. Varios meses después me puse en búsqueda y conseguí un trabajo, mi vida social no mejoró en lo absoluto, pero empecé a tomar mejores bebidas.

Volviendo, me encontraba solo y aburrido, con un vaso medio vacío y una botella muerta, y recién eran las once y media. Hablaba con C, quien mejoraba mis humores ocasionalmente con su desprecio por la vida y la angustia de que su novio la había dejado, o capaz el reciente divorcio de sus padres, creo que simplemente le gustaba odiar un poco, formaba parte de ella. Nos habíamos acostado una vez, ya no lo hacíamos, aunque a veces proponíamos juntarnos con ese motivo, nunca lo hacíamos, nos gustaba más nuestra relación a través de los medios digitales. Eso de los besos antes del coito siempre se sentía necesario, pero a la vez cargoso, como un trámite que no podíamos evitar para poder llegar a nuestra danza de repulsiones y narcisismos.
Hacía frío, me acuerdo, supongo que fue de esos inviernos golpeadores, que te cortan la cara, o simplemente me sentía tan solo que no había sobretodo que me hiciera sentir cómodo. Falto de alcohol, abrí el cajón de mi mesita de luz, a ver si encontraba algún rastro de marihuana, pero ya lo sabía, varias semanas antes se me había terminado y no tenía a quién llamar. Pedir favores no era algo que nos gustara en nuestra relación, pero el número de un transa jugaba en la delgada línea y yo no tenía nada que perder. Tenía un número, pero me avisó -no es un buen porro, es más bien feo. Repito, no tenía nada que perder. Un mensaje de texto, unas palabras introductorias que permitirían al receptor saber que “soy un conocido” y entonces él se acercaría a proveerme de la mercancía deseada.
Nunca me gustaron los transas, siempre me molestó tener que pagar por la marihuana, encima de mala calidad, con inflaciones que no corresponden a los números de ninguna consultora y encima tener que entablar una conversación con un tipo que si le conviene te vende al mejor postor, pero te va a tratar como si fueras su amigo.

Se llamaba F y manejaba un taxi. Un taxista que vende droga, un cliché sobre ruedas que aparecía en mi vida para generar una variación en una fría noche de sábado que no iba a ningún lugar.

Sonó mi celular, era Magalí que me preguntaba qué iba a hacer esa noche y le comenté sobre mi compra inminente. Pidió ser incluida y algo de plata prestada para cubrir los costos. Siempre fui solidario con mis amigos, o con quienes creía que lo eran y entonces le presté cien pesos, que sumándose a otros cincuenta iban a ser un pedido tripartito, M, su amigo y yo. Sabía que la plata iba a tardar en llegar, pero para mí siempre la amistad fue más fuerte. Unos meses más tarde le presté doscientos pesos para una movida bastante similar, pero más grande, y nunca más la vi, pero para eso todavía faltaba.

F contestó mi mensaje y me dijo que nos encontrábamos en unas horas en una esquina cercana a mi casa. Llegó M con unos amigos que iban a un boliche cercano y me pidieron si los podía alcanzar con el auto. Auto de mi madre, que dormía y el cuál tenía que sacar a escondidas, con mi registro de principiante, arriesgándome por gente que apenas conocía y tampoco me caía demasiado bien. Hoy me reformulo estos sucesos y me cuestiono, en realidad me reprocho, siendo tan solidario con gente que no me importaba y a quiénes yo les importaba tres pitos, supongo que siempre era más fácil jugarse por quiénes no hay razón, porque cuando realmente hay mucho más para perder y me alejo.

Una vez devuelto el auto a su lugar, estacionado, doblemente revisados los seguros y que no se note que alguien lo tocó, nos sentamos a tomar un café en mi cuarto. Siempre nos creímos más que el mundo, que nuestro entendimiento de los sucesos diarios iba más allá y el haber confirmado algunas teorías nuestras nos sirvió para poder filosofar como imbéciles, citando a Cortazar y catalogando nuestras cotidianeidades como superiores a las de cualquier otro mediocre mortal que se subía al mismo colectivo que nosotros o con quienes compartíamos cursadas. Pero si había algo que le gustaba a M era contarme sus problemas, que siempre eran más fuertes, más complicados y sus relaciones más intrincadas. Nunca podía dejar de nombrar que ella tenía más relaciones sexuales ni tampoco de describir la facilidad con la que las conseguía. Igualmente había una pulsión más fuerte, más grande que engrandecer su ego con sus proezas en la cama o sus profundos escritos inspirados por Antonin Artaud, un placer tan simple como el de quien mira la tele para reírse y no pensar. Eso era burlarse de mí, rebajar cualquier planteo mío y problemática a las denigrantes palabras de “lo que pasa es que vos sos un pelotudo y no sabés que hacer con tu vida”

Ahora vayamos por partes, era un peloutdo, seguro, no sabía qué hacer con mi vida, tampoco lo sé ahora, pero su actitud era distinta, a pesar de que yo creía que era su forma cruda decirme las cosas que salían del profundo cariño que nos teníamos, finalmente terminé por darme cuenta y aceptar que no, que ella tenía la necesidad de rebajarme, por las dudas. Por las dudas, que no sea una amenaza lo que yo diga, por las dudas, que si no me siento bien lo llamo “Hola, cómo estás, te quiero contar mis problemas”, haciendo de terapeuta, entonces, mis problemas no importaban, los de ella eran mayores.

Llegó otro mensaje “Estoy atrasado, llego a las 3” y Lou Reed nos había prevenido, siempre llegan tarde. El frío ya no me importaba, la falta de sexo tampoco, ni C con sus comentarios de mierda ni los problemas de M, de repente mi vida era una mierda, entonces me rodeaba con gente de mierda.
Se acercaba la hora y decidí ir yendo, a esperar en la esquina. Avisé que lo estaba esperando, solo, vestido con un sobretodo negro.

Miraba a cada taxi fijamente y me preguntaba cuál sería, esperaba parado a ver si alguno me hacía luces y miraba distraído cuando pasaba una patrulla, como si pudieran saber qué estaba haciendo o esperando. Un taxi frenó finalmente, nos miramos y le digo “¿F?”, “subite” responde. Por una costumbre que tomé de mi padre, le pregunté como estaba e incluso cómo venía la noche, con un tono empático, contrario a mi falta de interés total por su vida y mis formas apáticas con las que me relacionaba en esa época.
- Tuve una patrulla atrás mío por 30 cuadras, no podía frenar, me tuve que meter en una estación de servicio a tomar un café, sino era imposible pararte, no sé si no me vienen siguiendo ¿a dónde te llevo?
Mi primera reacción fue de preocupación extrema, demasiadas películas yanquis sobre gángsters me vinieron a la cabeza; el perejil que lo agarran comprando para agarrar al narco y sin ir más allá la imagen que me acosaba era la de estar en una comisaría llamando a mis viejos y anunciándoles que fui apresado comprando porro. Por suerte a parte de ser un neurótico, en ese momento era un poco más inconciente y dejé ese pensamiento de lado. Confirmé las cantidades de mi pedido y le indiqué dónde doblar, para que me deje a una cuadra de casa. Nos habíamos encontrado a dos cuadras de mi hogar y me pregunté qué hubiera pasado si hubiese estado más lejos o deseado que me llevara a algún lado, tal vez la transacción incluía un viaje, aunque no me parecía una buena idea viajar con un tipo que tiene varias bolsitas con droga y que tres de ellas estén en mis bolsillos, iba a ser complicado demostrar mi falta de implicación en la causa.

Dentro de la contabilidad, si uno gasta en un objeto para la empresa, no pierde dinero ni disminuye su haber, simplemente pasa a tener ese valor en un capital no financiero. En este caso, me bajé ciento cincuenta pesos más pobre. Armamos un porrito, guardamos el resto en mi cuarto y salimos a la puerta a catar lo que fue para mí el peor porro que fumé en mi vida. Para poder describirlo, tendría que empezar por el sabor, más cercano a la tierra, la mugre, las pelusas que a algo salido de la madre tierra, para continuar por su pésima combustión y concluir con un efecto mínimo en mi cuerpo que incluía ojos un poco rojos y algo de sueño. No me gustaba fumar en la calle, pero tampoco lo hacía en casa y M insistió en fumar más, a ver si pegaba, y yo estaba resignado y para peor, o no, la cantidad no respondía a la plata invertida. Quería enojarme con alguien y no tenía con quién. F era un transa, entonces por más que me enojara con él, yo ya sabía cómo era el trato y que yo iba a salir perdiendo de una forma u otra y C me había advertido que era “algo para safar”, pero la verdad es que ni siquiera pude disfrutar del momento ni tampoco la iba a ver para acostarnos.

Para poder entender un poco mejor el panorama de la situación, debo decir que guardé el número de F por varios meses, aunque no lo contacté. No me veía mucho con mis amigos porque les iba perdiendo el estima a diario el invierno fue cediendo pero no hubo mejorías para mí por varios meses más. Posteriormente entré en una relación sexual con una chica nueva y un amigo empezó a dedicarse a “hacer movidas” y me traía el porro a casa, incluyendo una cata previa. Mi vida mejoró, no, no mejoró, pero por lo menos pude empezar a satisfacer ciertas necesidades y pulsiones.

El año terminó, M se borró después de quedarse debiéndome plata de una compra grande para las vacaciones, C volvió con su novio y yo, conseguí un mejor transa.